Afincada en Ibiza desde hace algunos años, Elisabeth Louy tiene dos pasiones claramente definidas: sus dos hijas, que constituyen su cable a tierra, y la sensibilidad que le despiertan las líneas y el dibujo.
“Disfruto mucho trabajando la línea, sólo la línea, pero también me gusta trabajar el dibujo”; la mirada es fundamental. Si verdaderamente hay sinceridad en la mirada, yo intento sacar la expresión naural a través de ella, lo que espresa en ese instante”, afirma esta artista capaz de combinar su mirada con su mano, a través de la mente, para poder plasmar en el papel lo que están viendo sus ojos, sin necesidad de observar el dibujo ni de levantar el lápiz, convirtiendo un solo trazo, infinito, en una obra de arte.
“Empecé a dibujar a los 4 años”, afirma la artista, que desde esa edad comenzó a formarse, combinando sus estudios en Europa y Estados Unidos, por lo que su extensa carrera se desarrolló a ambos lados del Atlántico, con exposiciones en salones de París, Barcelona, Milán y otras ciudades europeas, y en New York y Canadá.